domingo, 31 de julio de 2011

“Cartas para mis hijas”

Fawzia Koofi, a sus 35 años, es una de las mujeres parlamentarias más conocidas de Afganistán, país que con muchas dificultades ha recuperado la democracia luego del feroz régimen fundamentalista talibán y las intromisiones imperialistas que soporta desde hace décadas en su territorio de estadounidenses y compañía. “Cartas para mis hijas”(*) pretende ser el legado y el sentido que Koofi le encuentra a su lucha por construir otro porvenir más justo para su pueblo, en particular para las niñas y mujeres que continúan viviendo en condiciones inaceptables: no van a la escuela, mueren por causas evitables, son vendidas y tratadas como mercancía, entre otras atrocidades.
 
KARINA THOVE

Fawzia Koofy
Kawzia Koofi fue electa por segunda vez como diputada en las elecciones de setiembre del año pasado cuando, luego de meses de acusaciones de fraudes y otras dilaciones, los afganos conformaron por fin el nuevo parlamento en enero de este año. Gracias a la cuotificación del 25%, las mujeres tienen asegurado ese porcentaje para ingresar a la Cámara de Representantes, aunque nadie puede decir que estar ahí sea tarea fácil. Nada más recordemos el caso de Malalai Joya, parlamentaria que en el período anterior fue expulsada por acusar a algunos de sus colegas de fundamentalistas y “señores de la guerra” (ver LaRepública de las Mujeres del 15 de agosto de 2010).
 
Koofi fue reelecta con la más alta votación jamás alcanzada por una mujer, como representante de la noroccidental provincia de Badakhshan. “Política-mente, enfrenté más desafíos en las elecciones del 2010 que en las de 2005, quizás porque los otros candidatos no me veían solamente como una mujer sino como su oponente. Constantemente fui alertada sobre mi seguridad y cada vez que viajaba a mi provincia, la cual represento, no sabía nunca si volvería con vida”, aseguró en entrevista concedida al diario británico “The Guardian”. Seguramente, la parlamentaria también recordaría su primera campaña, en la que soportó todo tipo de difamaciones y le fue negado hablar en público en varios lugares de su provincia natal.
 
Pasados 30 años de guerra y seis de régimen talibán, fue una de las pocas mujeres jóvenes que reinauguró la etapa democrática en 2005. Transformada en la actual vocera de la Cámara de Representantes, poco sorprenden sus declaraciones al manifestarse dispuesta a competir por la presidencia en las elecciones de 2014: “Una tiene que elegir: podría haber volado hacia Gran Bretaña o los Estados Unidos con mis hijas y observar la situación, ver como funciona mi país de acuerdo a lo que sus tradicionales líderes quieren o quedarme aquí y aportar mi pequeño granito de arena. Yo decidí hacer lo segundo, incluso si perdemos la vida le hemos dejado el camino abierto a otras mujeres”.

Una vida desafiante

En “Cartas para mis hijas”, que ha escrito con la ayuda de la periodista de la BBC Nadene Ghouri, la política cuenta su vida, inaugurando cada capítulo con una carta dirigida a sus dos hijas de 12 y 11 años, en una narrativa sencilla y poética a la vez.
 
“El día que nací debí haber muerto. Mi madre dio a luz en un caserío rural con la ayuda de otra mujer tan iletrada como ella de la villa. La mujer no tenía idea de cómo cuidar a un recién nacido y me dejó afuera, al sol por muchas horas. Sufrí muchas quemaduras y aún conservo cicatrices”, relata como comienzo de su vida. Posiblemente este traumático hecho explique sus posteriores deseos de estudiar Medicina y su trabajo para Unicef y la organización no gubernamental Save the children.

Es que en Afganistán las cifras de mortalidad maternoinfantil actuales no pueden ser peores: una de cada 15 mujeres muere al parir por no contar con ningún tipo de atenc ión médica. “Recientemente en mi provincia me encontré con una mamá de cinco hijos que estaba esperando el sexto.Tenía las manos hinchadas y la presión alta. Le pregunté por qué no había ido al médico y me contestó que su familia no tenía dinero para eso.`¿Por qué no venden uno de sus animales de cría?´.`Sin los animales no podemos comer pero si yo me muero mi esposo puede encontrar otra mujer rápidamente’. Incluso estando tan enferma y viviendo en lo alto de unas montañas muy remotas, ella se preocupaba por la alimentación y el cuidado de su famili pero el hecho de morir le parecía tan normal… cada vez que recuerdo esto, como mujer, me dan ganas de llorar”, relató Koofi.
 
A pesar de un comienzo tan poco auspicioso, el legado político le viene de su padre,un hombre que supo estar en el Parlamento en otras épocas y murió asesinado a manos de los mujahideen en la década del 60, cuando Fawzia apenas tenía 4 años. Hombre con 7 esposas y 23 hijos, era un político respetable en la capital pero abusivo al interior del hogar. Según cuenta en el libro, si la madre hacía algo equivocado “él la agarraba de los pelos, le arrancaba el cucharón de sus manos y la golpeaba con él reiteradamente sobre su cabeza”.
 
 Perpetrado el asesinato del padre, la familia huyó y la niña pudo asistir a la escuela en Kabul. Más tarde llegó a inscribirse en la carrera de Medicina, donde conoció a su marido. Pero eran épocas tumultuosas en el país, su marido fue a prisión y cuando lo liberaron la familia se radicó en la provincia que hoy Koofi representa, donde quedó viuda con dos hijas pequeñas. Ya no volvió a la Medicina pero si pudo estudiar Derecho porque tenía turno nocturno, lo que le permitía trabajar durante el día en Unicef y criar a sus hijas. Allí decidió que iba a ser política en el retorno a la democracia.

Mujeres, niñez y derechos humanos

Como parlamentaria dedica muchas de sus energías a la defensa de los derechos humanos, especialmente los de las mujeres, niñas y niños.

“Para el promedio de mujeres de Badakhshan, la vida significa tener seis o siete hijos, uno tras otro, ya que la planificación familiar es casi nula. Su vida se reduce a parirlos, criarlos y cumplir con las tareas de la casa que incluyen la cría del ganado, ordeñar las vacas y hornear el pan.

La edad para casarse está cambiando. Cuando yo era niña se situaba en los 11 años, ahora se ubica en los 14/15 años, pero muchas niñas a esa edad no están bien nutridas y preparadas para tener un hijo. Los niños vienen al mundo sin médicos, enfermeras o parteras. Algunas veces las mujeres abandonan al recién nacido pocas horas después porque tienen que volver a trabajar.
 
Las mujeres viven a tres días de distancia de cualquier centro de atención a la salud. Tradicionalmente las familias no llevan a las mujeres a controlar sus embarazos salvo que exista alguna complicación, la mayoría de las veces ya es demasiado tarde. Para la mayoría de nuestra gente la seguridad no es el principal problema sino la salud y la pobreza. Ocho de cada diez personas que vienen a verme al Parlamento es para pedirme trabajo en situaciones verdaderamente desesperantes”, relató a “The Guardian”.
 
Se siente satisfecha de que la vean como una política respetable primero y en segundo lugar como mujer. También muestra su orgullo por los deseos de sus hijas, que se muestran muy interesadas por la realidad política del país: “La mayor que tiene 12 años quiere ser cientista del espacio y la de 11 quiere ser presidenta”.

“Quiero darle al mundo un mensaje: que tenga fe en Afganistán. Habrán escuchado mucho de nuestras luchas y guerras pero hay otra cara de Afganistán, un país rico en recursos naturales. Lo único que no tenemos son líderes de peso que puedan sacar a nuestra gente adelante con una fe islámica moderada”, aseguró la política que ya quiere perfilarse como candidata para el 2014.La diputada tiene página web propia: www.fawziakoofi.org.

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