domingo, 9 de octubre de 2011

Compromiso socialista con el matrimonio igualitario

“Porque trabajamos para consolidar una sociedad en la cual la diversidad y la pluralidad sean vistos como valores insoslayables de la misma” y “porque estamos convencidos de que con proyectos como el de matrimonio igualitario nos enriquecemos todos y todas” entre otras consignas en el mismo sentido, la Juventud Socialista del Uruguay lanzó la campaña “Leguemos diversidad” en el pasado mes de setiembre.

ISABEL PEREZ
El acto de lanzamiento de la campaña “Leguemos
diversidad” se realizó el pasado 19 de setiembre, en  la Casa del Pueblo. Participaron la diputada Daisy Tourné; Michelle Suárez, abogada y redactora del proyecto de ley de matrimonio igualitario; Nicolás Núñez y Martín Orgen, secretario general y secretario
nacional de Género de la Juventud Socialista, respectivamente.

La actividad se inició con saludos y disculpas por ausencia. Entre ellos estuvo el del ministro de Desarrollo Social y también socialista Daniel Olesker, además de representantes nacionales.

Entre los asistentes, además de miembros de la Juventud que asesoran en varios ministerios, se encontraban Yerú Pardiñas, Gustavo Bernini y Eduardo (Lalo) Fernández, además de miembros de la Juventud que asesoran en varios ministerios.
 
Ensanchando el partido

Orgen destacó que “la juventud y el partido caminan
en el mismo sentido”, y se declaró emocionado porque “como activista de la diversidad me siento orgulloso de que se tomen estos temas, porque ensanchan al partido”. Tourné recordó que no es de extrañar que sea en la Casa del Pueblo en donde “defendamos derechos vulnerados”, pues ya lo hicieron otros tantos a lo largo de la historia partidaria: Emilio Frugoni, Paulina Luisi, entre otros. Para la diputada esa es “la esencia de la trayectoria del Partido Socialista” aunque, reconoce, no sin debates a la interna. Hoy, sin embargo, ve en el proyecto de matrimonio igualitario una necesidad suprema: la de reconocer la heterogeneidad social y ver al amor y la contención como principios de lo que debe corresponder a las familias.
 
Tourné aseguró que la supuesta contradicción entre libertad y el derecho inalienable a la igualdad “no debe existir para nosotros y nosotras los socialistas”, porque “somos profundamente dialécticos y marxistas”.
 
Derechos y discriminaciones

Michelle Suárez se mostró contenta de estar en ese espacio de debate público, porque según la activista de Ovejas Negras “son fundamentales para pensar en qué tipo de sociedad queremos”.
 
La abogada recordó cuáles son las bases conceptuales del proyecto de ley de matrimonio igualitario del que es redactora, principalmente su sustento en nuestro orden jurídico, en el que “los derechos preexisten” y “el Estado simplemente los reconoce”.
 
Por lo tanto, los derechos no se extinguen ni limitan a una lista taxativa que se pueda hacer de los mismos.

Suárez enfatizó que estos derechos “no pueden dejar de ejercerse porque no exista una ley que los proteja”, y es la igualdad uno de ellos precisamente. Con la reducción de la visión de la institución del matrimonio, por vía de una visión moralizante, a un tipo único y específico de parejas (las heterosexuales), se efectiviza “una discriminación directa a través del Estado”, agregó.
 
La experta dio cuenta además de otras discriminaciones que viven los matrimonios del mismo sexo celebrados en otros países donde ya son legales, al llegar a nuestro país.
 
En Uruguay, en general, si bien puede no reconocerse el derecho al matrimonio poligámico, sí se reconocen los derechos que se despliegan del mismo: reconocimiento de los hijos, documentación adecuada, etc.
 
Sin embargo, Suárez denunció que esto no sucede con los matrimonios del mismo sexo celebrados en  España, por ejemplo. Cuando sus integrantes arriban a Uruguay, “las partidas son denegadas pero no de un modo formal, sino por el empleado de la ventanilla, lo cual les inhabilita incluso el acceso a la justicia” para hacer un reclamo. Por ello, el proyecto de ley de matrimonio igualitario intenta generar “refugio” en  instituciones fuertes y con garantía del ejercicio de derechos.
 
Nicolás Núñez, por su parte, remarcó tres compromisos de la Juventud Socialista en este tema: con el proyecto de ley de matrimonio igualitario para “acortar las desigualdades en todos sus sentidos”, con el de militancia por la causa de la diversidad sexual y el de que este derecho “pueda transformarse efectivamente luego enun hecho”.
 
Sin cuentos chinos

En referencia a los debates por estos temas, incluso al interior del Partido Socialista, Daisy Tourné dijo que si bien hay quienes siguen creyendo que “con la sociedad socialista se terminan” todas las desigualdades de género y diversidad, ese es “un cuento chino. Aunque los chinos hacen mejores cuentos”, observó con picardía.

Destacó además la importancia de escuchar también a las organizaciones y no solo a los políticos. Y explicó su visión actual de la institución familiar: “Sin la continencia de otros y otras, nos podemos. La familia está en crisis no por las formas que adopta, sino porque no contiene”.

Para Tourné, más que un reclamo “liberal burgués”, como algunos argumentan, el matrimonio igualitario “va a lo esencial: al derecho a juntarse con otro u otra y tener una familia”. Y si esto es tan importante, “¿qué importa cuál sea el sexo de quienes la integran?”. De hecho, alegó, “la visión patriarcal de la familia no ha generado muy buenas cosas”.

Nacer en casa

¿Parto institucionalizado o parto en domicilio? Recientes declaraciones del doctor Leonel Briozzo, subsecretario de Salud Pública, generaron movilizaciones en defensa del derecho de las mujeres a elegir dónde parir.

L.S.

Parir es una experiencia biológicamente experimentada solo por mujeres. Sin embargo, el acto de parir entraña una serie de decisiones que necesariamente comprometen a otras personas de los entornos familiares, profesionales, institucionales,
legales, etc. Parir en la propia  casa fue una prerrogativa de las mujeres décadas atrás, tal vez no tanto por decisiones personales sino por prácticas socialmente aceptadas. Desde hace varios años en Uruguay y en el mundo se vienen desarrollando experiencias de parto a domicilio por decisión de las propias mujeres que, aún teniendo otras opciones dentro de las ofertas de las instituciones de servicios salud estatales o privados, optan por tener a sus hijos en casa. En nuestro país esta práctica viene siendo realizada
por parteras tituladas en la  Universidad de la República que  acreditan su idoneidad profesional.

Dónde, cómo y con quién

El 9 del setiembre pasado en el Centro Hospitalario Pereira Rossell se realizó una jornada conmemorativa del Día Nacional de Prevención de la Prematurez. En esa oportunidad, según consta en la web del Ministerio de Salud Pública (MSP), el doctor Leonel Briozzo, subsecretario de la cartera en funciones de ministro interino, afirmó: “El MSP informará sobre los riesgos de complicaciones que no pueden ser oportunamente tratadas en los partos domiciliarios y por lo tanto no promoverá ni habilitará la práctica del parto domiciliario, hasta tanto no estén dadas las condiciones de seguridad asistencial para hacerlo”.
 
Con referencia al mismo evento, en el portal de la Presidencia de la República se consigna que “Briozzo explicó que está en estudio el lugar y la forma de nacimiento procurando la regionalización de las maternidades, la posibilidad de desarrollar maternidades de segundo nivel en todo el territorio y prohibir el parto domiciliario por considerarse práctica riesgosa”.
 
Estas declaraciones impactaron muy fuertemente en sectores profesionales que asisten partos a domicilio. Briozzo aclaró posteriormente en diferentes medios que “No es que el MSP quiera prohibir el parto a domicilio dado que las mujeres pueden elegir dónde parir, pero no vamos a promoverlo. El parto a domicilio es más riesgoso que el parto institucional y está demostrado en múltiples estudios internacionales”. 

Un grupo de organizaciones de mujeres y otros colectivos sociales, encabezados por Relacahupan Uruguay la Red Latinoamericana y del Caribe por la Humanización del Parto y el Nacimiento (Relacahupan Uruguay) difundieron una declaración en la que entre otros puntos sostienen: “En Uruguay, alrededor de 50 mujeres al año dan a luz en sus hogares de forma planificada y con asistencia profesional. Según datos brindados por una de las organizaciones dedicadas a esta tarea, con más de 13 años de experiencia, el parto en domicilio logra un 90% de partos y un 10% de cesáreas, un 3% de episiotomías y un alto grado de satisfacción emocional por el cuidado y acompañamiento, favoreciendo la lactancia materna natural y el vínculo familiar”.
 
También afirman que “En las maternidades la asistencia del nacimiento continúa aconteciendo en un contexto de sobre intervención y medicalización; el porcentaje de cesáreas en el subsector público alcanza en promedio el 24% mientras que en el privado llega al 45%, según datos de 2010 del MSP, cuando la OMS establece que no se justifica en ningún país del mundo una tasa de cesáreas superior al 15%” .
 
La República de las Mujeres dialogó con Laura Prieto, integrante del grupo Parteras Independientes, quien advierte: “Que los partos sean institucionales no es una ley, es una recomendación. Las mujeres tenemos derecho a elegir desde un buen nivel de información. Defendemos una visión centrada en la partería y no en la patología como acto médico”.
 
Opción responsable

Las agrupaciones y redes que suscribieron la referida declaración solicitaron una entrevista al ministro de Salud Pública, doctor Jorge Venegas. “En principio queremos plantear que las mujeres tenemos derecho a elegir dónde, cómo y con quién realizar el parto”, informó Prieto. Agrega que “En la decisión de las mujeres
influye mucho el `boca a  boca`. Es una opción muy personal. La mujer busca esa posibilidad porque prioriza un espacio de intimidad y respeto a su proceso. Es una decisión que implica mucha responsabilidad, porque activamente elige quién va a orientarla y sostenerla en ese proceso. Próximamente se realizará en Punta del Este un congreso de perinatología, donde se discutirá el parto en casa sin que ninguna de las organizaciones que lo sostienen haya sido invitada”.

Una batllista en el Frente Amplio

La cita fue en su flamante despacho de la calle Germán Barbato donde, por supuesto, no faltan las brujas inspiradoras que la acompañan desde siempre en el periplo de su chispeante trayectoria política. La actual asesora y coordinadora en género del Ministerio de Educación y Cultura trabajó muchos años como edila en la Junta Departamental de Montevideo y fue diputada en una legislatura que inauguró la entonces novedosa Bancada Femenina parlamentaria. Batllista, feminista, polémica, fijó posiciones en diálogo extenso con La República de las Mujeres.
KARINA THOVE

De acuerdo a la Ley 18.104 del año 2007, todos los organismos públicos tienen que contar con asesoramiento y coordinación en materia de género en las políticas públicas que implementen. El Ministerio de Educación y Cultura (MEC) creó una comisión especializada en género cuya actual coordinadora es Glenda Rondán, quien se define como “la asesora directa del ministro en temas de género”. Su relación con el actual titular de la cartera, el exintendente Ricardo Ehrlich, viene de los años en que compartieron el gobierno departamental. “Tenemos una relación muy estrecha”, asegura Rondán.
 
Plan de acción desde el mec

Como coordinadora, por un lado trabaja con la Comisión de Género del ministerio y por otro coordina hacia fuera: puntualmente está muy conectada con el Ministerio de Relaciones Exteriores, con el de Desarrollo Social y con el de Salud Pública, “porque yo entré con la idea de coordinar” aclara con convicción.
“Lo primero que voy a hacer ahora es una capacitación de mandos medios, porque si a los mandos medios no le entran los temas de género difícilmente los subalternos los van a entender. Va a ser mucho más fácil pelear y lograr cosas con jefes y directores que por lo menos tengan una idea de algo”, anuncia. También está pensando en “ir a capacitar a las mujeres al interior, donde tenemos todos los Centros MEC del  país”. “Vamos a tener desagregada por sexo y por cargos la cantidad de funcionarios del ministerio y vamos a exhortar a que todas las funcionarias se hagan los controles de Papanicolaou y mamografía”, explica Rondán quien en su momento (año 2000) fue una de las diputadas que impulsó la ley que da un día de licencia para hacerse esos exámenes. “Tengo la sospecha que todavía son muy pocas las mujeres que se los hacen –añade- La salud mental también me preocupa, por eso el año que viene vamos a abordarlo. Sabemos que Uruguay tiene uno de los índices más altos de suicidio; en el caso de las mujeres muchas veces lo intentan las que están embarazadas, entonces esto está íntimamente ligado con la despenalización del aborto”, sostiene quien siempre ha sido una abanderada en este tema.

En el marco de las actividades que se vienen desarrollando por el Bicentenario, bajo su coordinación se harán algunas con la consigna “200 años color mujer”. Una de ellas, que se organiza conjuntamente con la Intendencia de Montevideo, es sobre los 200 años del carnaval y el papel de las mujeres en esta manifestación cultural; otra, con el MSP, tiene que ver con los 200 años de diagnóstico, investigación, prevención y atención del cáncer en la mujer; habrá un encuentro coordinado con el MRE de escritoras latinoamericanas contemporáneas. “Vamos a hacer una obra de teatro que se va a llamar `También hicimos patria`, evocando a muchas y muy diversas mujeres que representan estos 200 años del bicentenario” dice entusiasmada y nos adelanta: “Yo haré de Alba Roballo”.
Qué es ser batllista

De larga trayectoria y militancia dentro del Partido Colorado, la familia de Glenda Rondán estuvo siempre vinculada a la política. “La historia de mi familia es un poco divertida por parte de padre, porque mi abuelo fue coronel de Aparicio Saravia pero mi papá era batllista y militó desde muy joven en Treinta y Tres. Mi mamá era una escritora de espíritu muy libre, aunque en su juventud era muy católica y le dio su voto a la Unión Cívica”, relata.
“Hay mucha gente que dice que ser batllista es ser socialista y están cerca, pero no”, comienza a explicar la mujer política al pedirle una definición del batllismo: “Tiene muchas patas. Yo destaco, en primer lugar, el humanismo porque es el respeto a los derechos humanos y a la gente. Hay muchos que creen que para Batlle y Ordóñez fue muy importante el ferrocarril, pero están muy equivocados porque lo que más le importaba era la gente para quien hacía todas esas cosas, la ley de 8 horas, la ley de la silla, la universidad  de mujeres que hoy se siente como que era una cosa sectaria, pero en aquel momento era muy necesaria para que las mujeres pudieran estudiar.
El liberalismo, no económico sino político, Batlle y Ordóñez hizo un partido grande, porque tenía un espíritu muy liberal y libertario. Hay una cosa a la que quizás la gente no le de mucha importancia, pero para mi es muy destacable: cómo amó a su mujer y como se metió en el alma de las mujeres, porque si tu lees lo que escribía bajo el seudónimo `Laura´ eso queda clarísimo”, explica Rondán.
Batlle y Ordóñez, Luis Batlle -a quien conoció en persona-, Grauert, Brum, Domingo Arena, son parte de sus referentes ideológicos “fundamentales”. Sin embargo, hoy en día ese batllismo no lo encuentra muy presente en el Partido Colorado. “La elección que gana el doctor Tabaré Vázquez (2005) fue con los votos
de los batllistas, yo no te puedo decir exactamente a qué sectores votaron dentro del Frente, pero esto es así”, afirma categórica.
“Yo ya no estaba cómoda –era miembro del Ejecutivo Nacional del partido- Las mujeres planteamos el tema de la cuotificación para todo y perdimos por 8 votos. Lamentablemente, uno de esos votos fue de una mujer, porque no solo los varones son machistas: las mujeres que son machistas son mucho peores”, opina. “Después, cuando se arma el programa común del partido, no hay una sola línea sobre el tema mujer, cuando toda la vida tuvo un capítulo. Si tú no tienes nada escrito, ¿cómo vas a reclamar después que esas cosas se cumplan? Yo siempre he estado a favor de la despenalización del aborto y estoy en contra de la baja de imputabilidad”, enumera para explicar la difícil decisión que tomó en el año 2009 de alejarse de su partido de toda la vida y anunciar públicamente que votaría a José Mujica en el balotaje. Pero aclara: “Este cargo (en el MEC) es honorario, yo no le pedí nada a Pepe ni él me ofreció nada tampoco, lo hice por convicción”.
Florear y concertar

Para Rondán no hay dudas que las mujeres y los jóvenes son discriminados en la política: no están, no aparecen y no se les da  lugar para que ocupen puestos de poder y de decisiones. “Pero antes era mucho peor que ahora porque el solo hecho de ser mujer significaba que vos ibas para poner las florcitas y las banderas en el comité y llevar la comida”, asegura. “Te estoy hablando de cuando yo empecé, de la década del 50 y del 60, cuando no se hablaba de género ni nada de eso. Yo reconozco que tengo un carácter fuerte, hablé por primera vez en un acto con una agrupación de jóvenes cuando yo tenía 15 años. Fui la única mujer en hablar; no sé, capaz que fue para quedar bien, pero yo siempre he logrado imponerme y pelear por mi lugar”, aclara.

La ex edila y ex diputada recuerda la etapa de la dictadura como la época en que los distintos grupos de militancia clandestina que había “empezamos a recibir información sobre los temas de género. Nos llegaba por distintas vías, nos mandaban materiales desde el exterior que a nadie le parecían `subversivos´”, cuenta con ironía. Rondán formó parte de la Concertación de Mujeres de la Conapro) en la reapertura democrática. “Era la alterna de Adela Reta” y ese momento de reunión y puntos de encuentro entre todas las mujeres de los diversos partidos políticos y de la sociedad civil, fue el germen de “la formación de la Red de Mujeres Políticas y, cuando llegamos al Parlamento, de la Bancada Femenina”, reconoce.
Sin la cuota, nada

Consultada respecto a cómo ve la aplicación de la ley de cuotas en el 2014/2015, empieza recordando una reflexión de la ex diputada Beatriz Argimón: “La ley la pusieron para el 2014 porque en el 2012, según el calendario maya, se acaba el mundo”, ironiza. “Lo que pasa que no tiene que ir cualquier mujer sino mujeres que tengan conciencia de género, porque sino es lo mismo que si allí estuviera sentado un hombre”, sostiene Rondán, a la vez que admite que para ella también es una gran interrogante saber qué pasará en esa instancia.

Según Rondán uno de los temas más difíciles para las mujeres es a la hora de confeccionar las listas, donde muchas veces prima “el dedazo” y los favoritismos de todo tipo, más que la cantidad de votos que cada uno/a saca. “Con la cuotificación en las internas yo, en mi agrupación, donde tenía más mujeres que hombres, tuve que cuotificar hombres y tuve que poner hombres que eran menos merecedores que otras mujeres de estar ahí, o sea que no se habla de cuotificar para mujeres sino que la ley dice que no puede haber tres del mismo sexo”, define y recuerda: “En un programa de radio, donde estábamos con la senadora
Mónica Xavier, la diputada Verónica Alonso, contraria a la cuota y yo, yo decía: `Acá hay un problema: si no hay cuotificación ¿cómo hacemos las mujeres para hacer campaña?´ Y Alonso me contesta: `Mi marido vendió una casa´. ¡Ah bueno! Pero yo no tengo un marido que venda una casa y me de 100.000 dólares para hacer una campaña; entonces queda reducido a que solamente esté la gente que tiene dinero y eso no es justo”, opina.

“Yo fui 15 años legisladora (edila y diputada) sin ninguna cuota y cada mujer sabe como llegó adonde llegó. Pero cuando pensamos en la cuota estamos pensando en todas las mujeres, porque si no es como nos dijo Botinelli ya hace algunos años: habrá un tercio de mujeres en el 2070, o sea que ni siquiera mi nieta que tiene 15 años va a llegar a ser diputada”, recalca.

La etapa en que, junto a Margarita Percovich (FA) y Beatriz Argimón (PN) llegan al Parlamento e impulsan la Bancada Femenina es para Rondán uno de sus mayores logros.

“Nos veían a las tres como una unidad y así deberían ser los gobiernos, porque nosotras no perdíamos el tiempo discutiendo de cosas en las que no nos íbamos a poner de acuerdo”, destaca. “Nosotras hicimos muchas cosas como la ley de violencia doméstica, la ley de acompañamiento en el parto, impulsamos un premio a la publicidad no sexista, nos reunimos con el Codicen por el tema de la educación sexual y de los manuales de texto que seguían diciendo `papá trabaja´, `mamá amasa la masa´”, enumera rápidamente. 

“No sé, yo espero que la cuotificación traiga más mujeres al Parlamento y que le de un mayor impulso a la ahora Bancada Bicameral Femenina”.

“No es fácil trabajar en temas de género en ningún lado, pero en el interior todo resulta más difícil para las
mujeres”.

“Yo considero que en el Partido Colorado aún quedan batllistas, pero no son mayoría porque el partido se derechizó y yo no soy de derecha”. “Un taxista me contó que su señora falleció de cáncer de mama y yo le pregunté porqué, si se había hecho los controles. `Bueno, como era el cumpleaños de 15 de la hija no se quiso operar´, esperó y fue letal. Eso es no cuidarnos por cuidar a los demás y ¡es ignorancia!”.

“Rompiendo cadenas”

La Intendencia de Montevideo fue el escenario donde se presentó en sociedad el libro “Rompiendo cadenas”. Se trata de una producción colectiva que recoge creativamente las experiencias propias y ajenas de las mujeres de la Comuna Mujer 11 y de otras que se fueron sumando, en torno a la violencia doméstica.
 
MIRIAM LAUTARET

La idea de producir un libro estaba desde hace mucho t i e m p o . Creíamos que podía ser una forma de sensibilizar en la problemática de violencia doméstica y también hacer visible el trabajo que realizan muchas mujeres en la sociedad, de forma voluntaria y comprometida”, dijeron a La República de las Mujeres integrantes de la Comisión de Mujeres de la Comuna Mujer 11, en referencia a “Rompiendo cadenas”, que se presentará el 4 de octubre, a las 18 horas en el Salón Rojo de la Intendencia de Montevideo, conjuntamente con un corto realizado por las mujeres de la Comuna Mujer 10. Una de las ideas fuerza que quieren transmitir es que “cuando hay convicción y voluntad ¡se puede! y la certeza de que hay muchas personas dispuestas a trabajar por una vida mejor y más equitativa”.

Reflexionan también que ser parte de esa Comisión, que apoya a la Comuna Mujer, “nos dio la oportunidad de conocer a otras mujeres a través de capacitaciones, eventos, actividades y redes sociales”.
 
Cuentan que “en 2009 algunas mujeres comenzaron a sumarse a la idea, nos hicieron llegar relatos y poemas, y la mayoría de nosotras también escribimos”. Participaron asimismo mujeres del interior del país, que no se conocen entre sí. El primer encuentro fue en la presentación del libro, lo que lo hizo aún más emotivo.
 
“Rompiendo cadenas” es el fruto de un proceso colectivo “enriquecedor para todas”, cuyo valor en términos de aprendizaje “es incalculable, tanto a nivel grupal como personal”.
 
El libro consta de tres partes donde se alternan breves historias, poemas, reflexiones, que dan a las autoras la oportunidad de cuestionar el papel estereotipado de la mujer en la sociedad, cómo vivieron algunas de ellas situaciones de violencia doméstica y también cómo algunas lograron salir adelante.
 
En 2010 tuvieron la oportunidad, a través de la Red Uruguaya Contra la Violencia Doméstica y Sexual, de presentar el proyecto, obteniendo la financiación de la Unión Europea para publicar el libro. Además contaron con el apoyo de la Secretaría de la Mujer de la Intendencia de Montevideo, que acompañó todo el proceso.
 
 

Recuerdos de exilio de Leonilda González

Así como en sus grabados utiliza la gubia para dar vida a sus personajes, en el libro “La carpeta negra” Leonilda González emplea la palabra como herramienta para reconstruir experiencias y recuerdos de su exilio latinoamericano. La intensidad de sus relatos revela a una mujer multifacética, vital y sorprendente.
 
LIA SCHENCK

Artista plástica, grabadora experta en xilografía, Leonilda González nació en Minuano, departamento de Colonia, en 1923. Fundadora y miembro de la directiva del Club de Grabado de Montevideo desde 1953 hasta su exilio en 1976, estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes. 

Ha estado al frente de talleres de grabado en Perú, Panamá, México, Colombia, entre otros países. Sus obras, con amplio contenido social, se encuentran en colecciones públicas y privadas de Uruguay y del exterior.
 
En 2006 recibió el Premio Figari a la trayectoria que discierne el Banco Central del Uruguay. Sus libros anteriores son “Títeres” y “Esta soy yo”, un relato autobiográfico que describe con ternura su infancia y las cotidianidades campesinas de su entorno familiar y social. Sus obras literarias dan cuenta de un despliegue narrativo tan intenso como sus expresiones plásticas.
 
En “La carpeta negra” comparte con el público lector sus vivencias durante diez años de exilio, transmigrando países. Una diversidad geográfica urbana y natural, selvas, ríos, ciudades, cerros, estimularon su talento artístico y dieron continuidad a su obra. Perú, Ecuador, Panamá, México, Cuba, Colombia y otros países latinoamericanos donde residió o realizó talleres, cursos y exposiciones, fueron los escenarios en los que pudo continuar su labor artística. Reconocimientos múltiples y merecidos premios avalan su trayectoria dentro de la cultura de la región. “La carpeta Negra” contiene experiencias y situaciones de vida, tanto profesionales como personales, narradas desde el humor y el afecto y no exentas, por momentos, del amargo sabor del exilio.
 
Geografías del alma
En diálogo con La República de las Mujeres, Leonilda González explica acerca del título de su último libro: “En realidad salió sin que lo pensara. No quería ponerle un título tan referido al exilio. Durante mis viajes de un lugar a  otro yo llevaba en el hombro una carpeta con mis trabajos. La primera la compré en la frontera con Estados Unidos, en México y luego encontré buenos talabarteros cerca de mi casa en México que me las hacían de un metro veinte por setenta, las medidas que yo les daba”.

En relación a la necesidad o el deseo de escribir este libro, dice: “Se ha escrito mucho acerca de lo que sucedió acá, en las cárceles, durante la dictadura, pero no tanto acerca de lo que pasaba en el exilio, y sobre todo cuando la exiliada era una mujer. Por otro lado quería contar que el exilio me permitió conocer América Latina y descubrir su gente. Siempre mirábamos para otro lado, mirábamos a Europa y no hacia América. Me sorprendió lo parecido que somos, la solidaridad de la gente que encontré durante todos esos años”.
 
El exilio es también el reencuentro con amistades que transitaban los mismos avatares del desarraigo, entre ellos los artistas Anhelo Hernández y Walter Tournier. Una de las anécdotas particularmente emotiva es la referida a la visita de Zitarrosa en México: “No sé cuánto duró aquella noche mágica en el Parque Chapultepec, pero creo que nadie podrá olvidarla jamás”. 

A puño y letra

El libro es sin duda no solo un viaje a través de distintas geografías y costumbres, sino también una galería de personas que fue conociendo en espacios culturales tanto como en situaciones cotidianas. La tarea concreta de cómo fue escrito es algo que su autora cuenta con su particular humor: “Lo empecé hace poco más de dos años. Primero fui haciendo un resumen a mano. A máquina ya no puedo escribir porque no veo bien el teclado. Entonces me compré una computadora porque en las computadoras se veía mejor.
 
Después compré una laptop y me pareció maravillosa. Fui pasando los manuscritos pero tenía un `maestro` que cada pocos días tenía que venir a ayudarme, porque si se me borraba algo yo no sabía cómo hacer”.
 
Olor a pastito

Leonilda González expresa el placer que le produce ser reconocida como campesina. En una de las anécdotas cuenta que en Veracruz, México, el director de la Casa de la Cultura la condujo hasta el lugar donde estarían sus dependencias y su taller. Al no encontrar las llaves en su bolsillo para abrir la puerta, caminaron ambos hasta un cerco de alambre “que separaba la parte de atrás de la casa, y al echarme una mirada escrutadora no dudó en invitarme a saltarlo por encima”. Según Leonilda, eso de saltar el alambre de un cerco es parte de su acerbo campesino: “Yo no perdí nunca el olor a pastito. Quiero que me vean siempre como una campesina”.
 
Una artista viajera

Desde la contratapa, el poeta Washington Benavides anuncia: “Esta artista `viajera` nos revela cosas que desconocíamos, nosotros habitantes de este planeta maravilloso que ostenta la Amazonia y las cordilleras y sus ríos majestuosos. Leonilda sin proponérselo, nos da una lección de humildad y humanismo. Nada de hacerse `una exiliada heroica´ , ya bastante heroicidad se tiene con nacer mujer. Y si no que lo diga su xilografía de la novia crucificada con esas tres dolientes que miran de través a su destino”. En el prólogo, el escritor Ignacio Martínez reafirma la temática y los alcances de esta obra: “Exilio y desexilio es el curso de este libro, entre comienzo y final, que nos lleva por diez años de la vida de la artista. Alegría y desazón son parte de los infinitos rincones que se muestran en esta crónica de vida. Leonilda no lo dice, pero lo sabe, estas páginas eran una cuenta pendiente que ella tenía con todos nosotros y hoy nos brinda sus recuerdos para sumarlos a la larga lista de ofrendas que ha entregado a nuestras vidas a través de la suya”.
 
“La carpeta negra” puede ser adquirida en la librería de Banda Oriental, en el Teatro El Galpón o solicitándola a través del e-mail a tallerxilo@gmail.com

Medialunas tangueras

Lia Schenck

Soy un hombre sensible y romántico pero no me gusta el tango. Hace cuestión de dos meses me enamoré de una mujer que en un bar tomaba café con leche y comía medialunas mientras escuchaba con atención el tango “Nostalgia”. Yo estaba en el mismo bar tomando un té mixto y me impresionó mucho el compás y el ritmo que ella le imprimía a las medialunas. Me pareció que vivía el tango de una manera vital y visceral. Siempre he sido muy tímido con las mujeres pero esa vez no pude contenerme y me acerqué. Ella tenía una especie de ojos verdes que me asombraron y todo hubiera sido maravilloso si no hubiera empezado a hablar de Gardel y Lepera, de Edmundo Rivero y Fiorentino como si fueran parte de su vida. Yo no supe qué decir cuando me preguntó qué pensaba de la “Última curda” en la versión Goyeneche. Me hacía preguntas que nunca me imaginé que alguien pudiera hacerme. Me sentí tan tangueramente ignorante que me retiré a mi mesa con la cabeza baja, como si el mundo se me viniera abajo y desde mi triste soledad viera caer mis propias rosas muertas. Toda esa triste historia me hace pensar que yo no entiendo ni entenderé nunca a las mujeres. En los últimos años he aprendido mucho, sobre todo en lo referente a la no discriminación, pero la mayoría de las mujeres me sigue pareciendo difícil de entender. Con cierto dolor me di cuenta que eso de abordar a una mujer que toma café con leche comiendo medialunas y escuchando tango fue un rasgo de machismo imperdonable. Hay momentos de intimidad inusuales en los tiempos que corren y sin duda ella había logrado una síntesis perfecta entre sus necesidades vitales y espirituales, entre sus ganas de comer y sus ganas de llorar, entre el presente y el pasado, entre la resignación y la esperanza y, sobre todo y ante todo, entre las medialunas y el tango. No obstante haber alterado un micro sistema espiritual y arrabalero, estoy seguro que ella se sintió interesada por mí. De otra manera hubiera seguido masticando como si yo no existiera. Igual pienso que todo hubiera sido distinto si simplemente yo la hubiera mirado desde lejos hasta que ella, por ejemplo, me dirigiera una mirada mientras retiraba algunas miguitas de medialuna de la mesa. Al no haber mediado una señal por parte de ella, yo tendría que haber seguido tomando mi té mixto como si no pasara nada. Es mejor perder a una mujer por no acercarse que perderla por haberse acercado, eso sin duda. En el futuro voy a tratar de entender a las mujeres pero de a una .Voy a tratar de entenderlas inclusive desde lejos y sin intercambiar palabras. Y no es que yo piense que entendiendo a una voy a entender a todas, ni mucho menos. Tampoco se entienda que cuando digo entender es entenderlas. Es más bien algo así como adivinar qué es lo que tengo que hacer y lo que tengo que decir. A esta altura me conformo con saber qué hacer la próxima vez que encuentre una mujer que me gusta comiendo medialunas en un bar.

Mujereríos. 9 de octubre 2011